lunes, 1 de octubre de 2012

Epílogo latinoamericano

Lágrimas saladas,
sobre el páramo de mi cara,
las lineas de Nazca las absorben,
sorprendentemente la humedad no les causa daño;
En cambio a mí, la lluvia me carcome los huesos,
llega al punto último del alma y la destroza,
devora relojes,
embarra y se lleva plantaciones.
Ahora, Inti no viene,
se ha vuelto esquivo,
el amor mio resulta frio,
cansino,
vuelvo sobre mis pasos,
y regreso al monte,
al camino,
a contemplar el vuelo del carancho,
el sigilo del puma,
la bravura del toro,
retomar el estado natural:

 Ser estando.



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