Ya escribí poemas,
rayé con grafitis las paredes,
ya crucé los jardines,
las calles a pie recorrí,
mundos sin principios ni fin.
Ya dejé el alma, el cuero, la transpiración,
las horas, los almanaques,
me quedaba mirando cuando te ibas,
ignoré:
el vino,
la cicuta,
la miel,
aprendí,
el sentido del fuego.
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